Ramsés Ancira
Pocos minutos antes de las siete de la noche del seis de octubre de 2012, José Solé se planta frente al escenario del teatro Jiménez Rueda apoyandose con su bastón en una mano y del hombro de una jóven y rubia asistente en la otra.
Quienes le conocen y lo reconocen como uno de los máximos exponentes del teatro mexicano de finales del Siglo XX e inicios del XXI, le aplaudimos tan solo identificarlo.
Ajusta al cuello el aparato que usa para amplificar su voz, pide una disculpa porque el sonido robótico no sea más alto y nos pide una disculpa. El gobierno de la Ciudad ha decidido celebrar un concierto en el Monumento a la Revolución y las bocinas están dirigidas justo en dirección del teatro. Ante el inconveniente han pensado en suspender el estreo de El Arrogante Español, obra de Lope de Vega que nadie creía que fuera de Lópe de Vega porque resulta demasiado libre, incluso libérrima para ser española y de esa época.
Pero, nos aclara Solé, la han encontrado en una parte poco conocida del Museo del Escorial y hay evidencia de la fecha de estreno de que en efecto, la obra es de Lope De vega, (ese moralista que tanto celo sintió de Juan Ruiz de Alarcón porque era un genio de origen judío que triunfaba desde la Nueva España, nos aporta el colega periodista Federico Campbell Peña).
Asi que veremos, pensamos en ese momento, una obra que es de Lope, pero que tiene mucho que ver con el Decameron de Bocaccio. No lo creemos a pesar de la advertencia del maestro Solé. Más tarde nos habremos de rendir a la evidencia del maestro.
El colorido de la primera escena nos encanta. Más tarde sabremos por el boletín informativo que el maestro Solé ha diseñado una puesta en escena con elementos de historieta. Cuentos, le llamábamos en la generación que leía El Llanero Solitario y Hoppalong Cassidi en las revistas de Editorial Novaro, que seguramente conoció e inspiraron a nuestro apreciado maestro del teatro mexicano.
El elenco estable de la Compañía Nacional de Teatro es encabezado por un galán, ya no tan joven como bien dice el coro que nos presenta la comedia, pero si lo suficiente para ser creíble.
¡Ah! la desgracia de estar tan politizado y de ver por todos lados moros con tranchete, pero si no es cierto, merecería serlo que El Arrogante Español pareciera querer darnos una lección sobre esos ladinos embaucadores que nos encantan con versos y galanuras para despojarnos si no de todo, al menos de la honra y la inteligencia. Para despojarnos de esas tierras fértiles y comunitarias de la Magdalena Contreras cedidas a OHL a cambio de megavías y segundos pisos, donde además nos harán favor de cobrarnos por circular por nuestra ciudad en nuestros autos de orígenes japoneses o alemanes.
El primer actor Arturo Beristain, cuya obra más reciente en el mismo teatro fue Una Vez Más por Favor, encabeza un elenco de guapas y guapos, pero sobre todo extraodinarios actores y grandes actrices que nos convencen de la irascibilidad de Octavia, la incommensurable belleza de Isabela, la liviandad y frescura del prototipo de la francesilla o la amargura de un sirviente menospreciado.
En El Caballero de Milagro se conjugan el teatro clásico, la maestría de José Sole, quien con su vida de buen humor y conocimiento es el máximo exponente del teatro comercial, estatal y universitario; la técnica y la experiencia de una de las mejores compañías nacionales de teatro y un público económicamente depauperado, pero intelectualmente superior que verdaderamente aprecia lo mejor que nos queda a la cultura mexicana.
Compartí la fila de asientos con dos pequeños de seis y cuatro años respectivamente. Si el español en verso es cansado y a veces incomprensible para cualquiera, cuanto asombro ver a estos niños soportar estoicos más de dos horas de función. Que disfrutaran los combates de espadas, se entiende, pero que se mantuvieran atentos y serenos, incluso en las trama de vaudeville, si que es sorprendente por mucho que sus parientes estuvieran en el escenario.
La cultura mexicana no ha muerto, y niños espectadores como estos, nos hacen sentir orgullo y gritar por dentro, ¡Viva la Compañía Nacional de Teatro! !Larga vida a José Solé! ¡Viva México!
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