sábado, 6 de octubre de 2012

A soldier in every son

Casi todos los mexicanos recordamos haber oído de la Triple Alianza. Ahora es posible que no se nos olvide la historia gracias al recurso nemotécnico de escucharla en tono británico y leerla en español  en un Códice Tenoch que acompaña las representaciónes de A soldier in every son.
 
Pero a quien se le ocurre tamaño despropósito...  podría pensar uno de esos danzantes mestizos que se sienten la encarnación viva de Huichilopoztli y únicos guardianes de la tradición prehispánica.
 
Bueno, pues en este caso a Luis Mario Moncada, quizá el más prolijo de los dramaturgos mexicanos de esta primera década del Siglo XXI. A don Jaime Nunó y González Bocanegra seguramente nunca se les ocurrió que los versos endecasílabos que tuvieron que ajustar al himno  en el siglo XIX se tradujeran al inglés para nombrar una obra basada en sucesos del Siglo XV; pero  misteriosos vericuetos tiene la cultura y más por los meses de octubre que  celebra el Cervantino en una fiesta cocktail anual  de lenguas trans/oceánicas.
 
El Teatro de la Ciudad, administrado por el gobierno de la Ciudad de México, es lo más cercano que muchos podremos tener del festival cervantino, si no viajamos  a Guanajuato; de manera que A soldier in Every Son es sobre todo una oportunidad más de probar una de las especialidades del menu en este 2012

Además  podemos recuperar un poco de la costosísima e inútil visita de Tony Blair a México. Seguramente la Real Compañia Shakesperiana cobrará bastante menos y nos dejará mucho más. Nos hará conocer o recordar, por ejemplo,  como se integraron las civilizaciones en torno al lago y como se relacionaron Tacuba, Texcoco y Tlalpan en alguna época de la historia.

(Mucho mejor que un idiota que cobra por dar conferencias en las que seguramente no se habla de como se bajó los calzones como requisito previo al asesinato y mutilación de más de un millón de iraquies que ni siquiera tuvieron el honor de elegir la forma de ser sacrificados como podría ocurrir con los prisioneros de las guerra aztecas)

En la función de prensa hubo muchas fallas de coordinación de la persona encargada en principio de  proyectar los supratítulos, y decimos supra porque no se leen debajo de los actores, como ocurre en el cine hablado en lengua extranjera, sino por encima de sus cabezas.

El experimento cultural puede no estar muy bien logrado, pero al fin y al cabo es eso, un experimento compartido en el que se mezclan vestuarios punks, disposición escénica de corral isabelino, historias tenochcas y pronunciación de un inglés con una dicción perfecta y un acento de corte monárquica.

Entre Hamlet y el papá de Nezahualcóyotl tal vez no haya muchas diferencias, si acaso que el primero no tenía demasiadas referencias religiosas y el segundo estaba inmerso en un estado teocrático, pero en el deseo por mujeres jóvenes y una vida de disipación, lujuria y pasión, son universales y comunes a príncipes y plebeyos, en una corte del norte de Europa o en una de mesoamerica.

A Soldier in Every Son, no les gustará a todos los espectadores, pero seguramente quienes comprendan el inglés británico le encontrarán mas de un chiste que para muchos pasará desapercibido.

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