Ramsés Ancira
La señora detrás de mí se quejaba (¿amargamente? ¿simpaticamente?) En realidad en ninguno de los dos extremos pero se quejaba.
Argumentaba que Madre Coraje y sus Hijos es una obra complicada, que había que prepararse con tiempo anímicamente para verla por su complejidad. Que los personajes eran profundos y ejemplificaba con la niña que amaba profundamente a sus hermanos.
En cambio aquí la obra es un homenaje a la carpa, con muchachas piernudas y bustonas, chistes, buenos cantantes, dos protagonistas carismáticos y muy queridos por el público por su don de gentes, Alejandra Ley y Rodrigo Murray.
Además, como en la carpa, hay interacción con el público, actualización política, atractivos números musicales y como siempre mucho ingenio para suplir la falta de presupuesto.
Quienes hacen esta obra son ganadores de diversos premios: Del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes o de becas de la UNAM.
Es una conjunción de voluntades muy bien aprovechadas por don Enrique Singer, quien además nos dió la sorpresa de que ya sumamos más de nueve mil entusiastas de teatro de la UNAM, lo que nos convierte en la comunidad teatral universitaria más grande del planeta, de la ciudad de México y de latinoamerica.
¿Como no celebrar? ¿Cómo no estar felices con ese éxito como muchos otros rompe marcas mundiales para México? ¿Lo ibamos hacer con una obra para desgarrarnos las vestiduras?
¿No existe ya suficiente miedo de que se cuadrupliquen los riesgos de que un avión caiga sobre nuestras cabezas? ¿De que el Lago de Texcoco que con tanto amor cuidó Nabor Carrillo deje de ser un tránsito para las aves y una forma de recargar acuíferos en esta alarmantemente sedienta ciudad de México? No tenemos suficiente con que el litro de gasolina sea más cara en México que en Estados Unidos con el único propósito de desprestigiar a la industria mexicana y hacernos dependientes de la extranjera?
Por eso, con el respeto que merece la intelectual espectadora. ¡Muchas gracias Teatro Unam por darnos una experiencia fresca, gozosa y alentadora.
Ya unos días antes habíamos disfrutado y padecido en el incómodo foro López Mancera del CENART otra obra de uno de los grandes dramaturgos del Siglo XX, Samuel Beckett. Esperando a Godot.
Pero poco tienen que ver con nuestros afectos por el espectáculo los complicados aunque innovadores dramaturgos alemanes. Esta versión de Brecht es justa y necesaria para los mexicanos.
No se traiciona el espíritu de la obra porque el propio Bertolt, - o Bertoldo para los cuates aprovechando la adaptación carpera - escribió la obra en tiempo nazi pero haciendo mención de la guerra de los 30 años y propuso que se revisara en cada puesta de escena para ver lo que hubiera cambiado.
Hay varios apuntes interesantes en esta versión, como el porcentaje de muertos en diversas guerras civiles, como es el caso de la revolución o la guerra de Calderón contra el narcotráfico.
Madre Coraje y sus Hijos es una oportunidad para ponernos al día en política. Cada representación es diferente porque siempre habrá un espectador que tenga algo diferente de que protestar y Alejandra Ley tendrá que improvisar una nueva contrarreplica.
En la función especial para entusiastas de la versión mexicanizada de Madre Coraje y sus hijos |
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