Conmovedora, divertida, aleccionadora y entretenida serían algunos de los justos calificativos de la versión que presentó la Escuela Nacional de Teatro de la obra de William Skakesperare Tanto Ruido para nada en el Jiménez Rueda.
Sin embargo también de la obra se podría decir que Tanto ruido para nada en el sentido de que las excelentes actuaciones, la maravillosa dirección y la ingeniosa escenografía debieron ser disfrutadas por más gente, tanto más que el acceso era libre. Hubiéramos deseado mayor difusión de este evento cultural tan completo.
Si bien la obra está clasificada entre las comedias de Shakespeare, y sí, es cierto las risas fueron pródigas en la farsa representada por la guardia civil, también fueron conmovedores los diálogos de los personajes femeninos en esta versión dirigida por Carlos Corona.
Quienes conocimos la película de Kennet Branagh sobre la misma obra pudiéramos pensar que ya no había más que agregar. No es así, el desenlace de la versión de la ENAT es menos feliz, pero también más justo.
En la función de clausura de la temporada 2016 el público agradeció con prolongados aplausos de pie. Sería muy recomendable para la Secretaría de Cultura llevar esta puesta en escena a más públicos de todo el país y mejorar la campaña de difusión. Es una producción que bien podría ser llevada a los mejores teatros comerciales y si se pagara un boleto de 500 pesos lo justificaría plenamente, más aún cuando se trata de una obra de graduación de los nuevos valores del teatro mexicano y la entrada a las funciones ha sido libre.
Actrices bellas, apuestos galanes, cómicos graciosos. Todos en su papel. La farsa, que suele ser muy frecuente en las representaciones de la ENAT, aquí se emplea con más acierto que la mayoría de las veces y lejos de ser grotesca relaja y arranca las risas del espectador.
"Es que tocan instrumentos, cantan y hacen mucha fuerza para mover las cajas y las tarimas. Uno pensaría que ser actor es más fácil pero ellos hacen de todo". El comentario es emitido por una entusiasta espectadora de unos 23 años al salir de la función. Con esa opinión cerramos esta mínima reseña de una de las mejores puestas en escena en la primera mitad del 2016.
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