Ramsés Ancira
La cultura de medio pelo de este redactor, no le hace aficionado a la ópera clásica, salvo cuando se trata de Carmen, en primer lugar, y de La Traviata en segundo. Me quedo también con la ópera del Siglo XX y me fascinan El Fantasma de la Ópera, Jesucristo Superestrella y Evita.
Pero aficionado o no a la ópera, si lo soy a la historia y a los personajes de Alma Reed, la primera mujer que entró a una cantina (lo cual consta en una placa del Bar Negresco) y a Felipe Carrillo Puerto el gobernador que se enfrentó sólo a la casta divina y desenmascaró a la mayoría de los políticos revolucionarios, que lo dejaron solo.
Así que dispuesto a lo que fuera acudí a la sala Miguel Covarrubias del Centro Cultural Universitario.
Alma, en principio, es una ópera de cámara. Como tal, no tiene la fastuosidad de las grandes obras clásicas. Ha sido escrita por un joven compositor, José Miguel Delgado, quien mucho mérito ha tenido al lograr que le produzcan lo que es apenas su segunda ópera; pero, para decirlo pronto, su presentación en público da la idea de que es una magnífica obra... en proceso. Es una idea estupenda, oportuna, necesaria; pero no se puede quedar así, tiene que crecer y mejorarse.
Alma, en principio, es una ópera de cámara. Como tal, no tiene la fastuosidad de las grandes obras clásicas. Ha sido escrita por un joven compositor, José Miguel Delgado, quien mucho mérito ha tenido al lograr que le produzcan lo que es apenas su segunda ópera; pero, para decirlo pronto, su presentación en público da la idea de que es una magnífica obra... en proceso. Es una idea estupenda, oportuna, necesaria; pero no se puede quedar así, tiene que crecer y mejorarse.
En principio no se encuentra que la letra tenga una calidad literaria que parezca merecedora de cantarla sin parecer forzada. Los primeros 20 minutos no se siente que la música tenga alguna melodía recordable y después de una hora de función nunca encontramos un coro que tenga el merecimiento de ser grabado, ni un aria que pudiera servir siquiera de telonera a Casta Diva, El Brindis de la Traviata...
Bueno, está muy mal comparar una ópera de estreno con los grandes clásicos, acepto la crítica. Pero si se trataba del amor de Alma Reed con Carrillo Puerto ¿por qué a nadie se le ocurrió que esa historia ya tiene un extraordinario antecedente, referente para una buena parte de los mexicanos? La canción Peregrina con letra de Luis Rosado Vega y música de Ricardo Palmerín.
Grandes obras clásicas de la música han llegado a este nivel porque se nutren de la cultura popular. ¿Fue egoísmo, ignorancia o exceso de juventud de José Miguel Delgado lo que le impidió incluir esta melodía en su ópera?.
Cuenta el programa de mano que intentaron evitar una biografía musicalizada. De acuerdo, pero en esta historia en particular una referencia al Caminante del Mayab o algún danzón hubiera sido deseable; sin embargo no tener al menos una frase de esa peregrina de ojos claros y divinos, y mejillas encendidas de arrebol, mujercita de los labios purpurinos y radiante cabellera como el sol, es una grave injusticia a la hermana del gran John Reed, a la bella reportera que documentó uno de los pasajes mas horrendos de ese drama sin final que ha sido la esclavización de los mayas.
En esta época de privatización energética en que México tiene los líderes del congreso y el presidente menos letrado de la historia desde Victoriano Huerta, la historia de Alma merece y necesita ser contada de todas las formas: escrita, hablada o cantada; pero si va a ser de esta última manera hay que recuperar las mejores fuentes musicales e incorporarlas al trabajo de José Miguel Delgado.
Y es que en Alma, la orquesta interpreta una música que bien podría ser la pista de cualquier película, mexicana o de hollywood, con cualquier argumento, pero no sigue el drama, ni se identifica un tema de amor, ni se inflama como el Dragón Rojo que es el sobrenombre merecidísimo de Carrillo Puerto.
Al tenor, Felipe Gallegos le hace falta carisma para interpretar a ese gobernador romántico que fue Carrillo Puerto. Sentimos si esto parece descortés o rudo, pero la obesidad ya no le sienta bien a ningún cantante de ópera, pues también es un actor; una buena voz ya no es suficiente.
Alma tiene un argumento, una historia que supera con creces la calidad, por ejemplo, de más de la mitad de las películas de la 55 Muestra Internacional de Cine. La escenografía de Juliana Faesler y la voz y personalidad de la soprano Patricia Santos le van muy bien al personaje de Alma Reed. El final con las banderas blancas y el sólo de voz son un remate magnífico.
¡Por favor! Busquen un buen letrista que le de más calidad a su Alma. Ahí mismo en la Universidad tienen a genios como Eduardo Casar, sobran los escritores de calidad
Aún los músicos extraodinarios necesitan a buenos letristas. ¿Que sería de la Novena Sinfonía de Bethoven sin Shiller? De Jesucristo Super Estrella sin Tim Rice?
El potencial de Alma es enorme. La historia tiene toda la fuerza de las grandes óperas. Su estreno en la UNAM ha superado lo digno, pero esta ópera da para mucho, mucho más. Merece ser llevada no sólo a Bellas Artes sino a la Scala de Milán. Merece ser referente de que en México también se hacen grandes óperas, aunque sean de cámara; pero aun es una ópera en proceso, hay que pulirla y agregarle la música del Mayab e indispensablemente la letra y la melodía que encargo Felipe Carrillo Puerto para su Peregrina. Es lo menos que merece este héroe desconocido de México.
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