martes, 17 de diciembre de 2013

México, la Cultura y la Reforma Energética

¿Y si mejor nos vamos?
Diario de un Reportero

Ramsés Ancira

La Reforma Energética ha hecho que en una amplia banda de la clase media ilustrada nos preguntemos ¿y si mejor nos vamos? Este no es, sin duda, el país que aprendimos a querer, no se dirige en absoluto al concepto de Sentimientos de la Nación que plasmó Morelos, es exactamente el modelo contrario por el que lucharon los héroes de la Independencia, nos devuelve a través de las tarjetas de crédito y los altos costos de la luz y la energía, a las tiendas de raya, que fueron una de las principales razones de la Revolución y  la Guerra de Castas en Yucatán.

Hemos llegado al peor modelo democrático, en el que unos cuantos, que por sus dietas como legisladores se encuentran automáticamente en el decil más alto de la población económicamente activa, deciden por los nueve deciles restantes, entre los que se incluye un 55 por ciento de la población que ha padecido periodos frecuentes de hambre.

Aún entre los perros hay clases y esos legisladores que ahora votaron por la contrarreforma energética quieren permanecer ahí, en la cúpula de ese decil (como clasifica la economía del Siglo XXI a los sectores sociales que antes se llamaban mestizos, peninsulares, saltapatras, zambos o mulatos)

La estrategia del PRD, que inventó el Pacto para no quedar excluido en los mayoriteos que han caracterizado al Partido Institucional desde la presidencia de Obregón, falló a la mera hora de la verdad.

Andrés Manuel López Obrador, a quien no dejamos de admirar por su persistencia y congruencia es en parte responsable de la debacle que ahora vivimos. En política toda imposición trae consecuencias. Las últimas elecciones en el Estado de México fueron la última oportunidad de las candidaturas ciudadanas, que apoyaban todos los sectores sociales no partidizados. AMLO se empeñó en que el candidato fuera Alejandro Encinas, quien no era residente de esa entidad y lo sabía. El PRI ni siquiera tuvo que emplear su maquinaria a fondo, desde el principio era mejor candidato para ellos el hijo de un microbusero; y con el presidente del PRI local, Luis Videgaray, como futuro administrador de las arcas nacionales el círculo cerraba perfecto.

La visión o la información de Andrés Manuel eran correctas, si el PRI recuperaba el poder iban a vender lo que quedara. Ya no interesaba, como en los tiempos de Miguel Alemán, favorecer a un pequeño grupo de 300 para que se hicieran de los negocios más prometedores, como el fraccionamiento de Satélite y Acapulco,  o de las señales de televisión; se trataba de obtener dinero a cualquier costo y no para ser equitativamente repartido, sino para concentrarlo en los corporativos de siempre, y no necesariamente mexicanos.

El problema es que nos han colocado en una situación de indefensión que ahora, si lograra triunfar un movimiento ciudadano,  o uno jurídico, para que la Constitución no altere sus principios fundamentales, va a poner en mayores riesgos a la Nación.

Así ocurrió después de que se le entregó el poder a Maximiliano. Los liberales lograron deponerlo, pero a costa de que 20 años después se perdiera la mitad del territorio en favor de Estados Unidos. Se hizo la Revolución, se fue Porfirio Díaz y entonces las petroleras  le pagaron  a Huerta para un nuevo golpe de Estado.

La consecuencia lógica de la entrega de la riqueza nacional (somos el único país del mundo en el que los ferrocarriles nacionales van repletos de piedras, que sólo después de cruzar las fronteras entran a los beneficios para extraerles el oro y la  plata) es una división de los mexicanos; el problema es que cada vez que los mexicanos nos dividimos, facilitamos aún más la ganancia extranjera. Ahora sí, cuando le cerremos la llave del gas y del petróleo a las petroleras, mandarán a mercenarios a hacernos la guerra, porque ya los legisladores les dieron las leyes para que consideren lo nuestro, suyo

En Kuwait, durante la guerra con Iraq, el funcionario de una de las petroleras más grandes del mundo  dijo que se destinarían muchos miles de dólares para rehabilitar los pozos incendiados. Un funcionario kuwaití le respondió que no sería necesario, porque afortunadamente ningún pozo se había quemado.

- Eso no es problema, ahorita lo hacemos estallar y luego, luego pedimos al gobierno de Estados Unidos que nos dé para la reconstrucción

Y así mismo va a ocurrir en México porque la soberanía ya no se trata de un asunto entre países, sino de los países contra las corporaciones transnacionales a los que México pretende entregarle toda su sangre.

(...)

El domingo 15 de enero acudí al Centro Nacional de las Artes a presenciar el último concierto de la Orquesta Escuela Carlos Chávez.

Jóvenes con un promedio de edad menor a 25 años ejecutaron con maestría los fragmentos más conocidos de El Cascanueces; El Danubio Azul y el Vals Emperador. El público que llenó la sala aplaudió de pie. La entrada fue libre.

Un día antes, en el Teatro Orientación, una actriz de 83 años, Mercedes Pascual, nos había conmovido hasta las lágrimas con la obra Conversaciones, misma pieza que en España representan dos estelares de Cuéntame como Pasó María Galiana y Juan Echanove.


Allá, del otro lado del océano también fue producida por Bellas Artes de España, con un costo por boleto de 16 y 20 euros, es decir entre 300 y 500 pesos mexicanos. Aquí, con credencial de amigos del teatro, el costo era de 45 pesos, esto es, menos de tres euros.

Muchas y buenas razones tenemos muchos mexicanos para irnos de este país en que nuestros gobernantes y legisladores ya no nos representan; pero aun así nos queda una idoisincracia y una sensibilidad para la cultura que no está sujeta a los legisladores corruptos.

No me imagino a Emilio Gamboa Patrón presentándose en público en un lugar como este, sin recibir un abucheo gigantesco y el repudio de público y actores.

Sí podrá este tipo de legisladores disfrutar del dinero de sus sobornos, en reservados de los más caros hoteles y restaurantes, pero no podrán robarnos el aire, ni la sensibilidad para apreciar el México que nos honra y conviene, no nos quitarán a Javier Sicilia; a El Grito más Fuerte, ni la memoria de sus votaciones escondidas, como ocurre en los tiempos de los ladrones.

Sí. A lo mejor nos vamos, pero todavía no. Quedémonos otro rato aunque solo sea para mirarles y demostrarles que ni el costo de la energía bajó, ni cesaron los gasolinazos y que ningún tesoro, ni el aprecio eterno de sus domadores de bancada, podrá compensarles del infinito asco de nuestro desprecio.

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